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Leo, el primer signo

Empiezo esta andadura astrológica con el signo de Leo. Obviamente no es el primer signo, pero coincide con el momento actual (están de cumpleaños) y creo que es un buen comienzo ya que Leo habla de ponernos a nosotros mismos en el centro como principio regulador, como protagonista de nuestra historia. En meses posteriores intentaré hacer una obra para cada signo mientras el Sol pasa por él.

Todos los signos tienen muchos rasgos, no todos positivos. Hay luces y sombras en todos ellos, así debe ser para que haya equilibrio. Una de las utilidades de la Astrología es que ayuda a entendernos a nosotros mismos precisamente para trascendernos, es decir, la información que nos da no es inamovible, se nos da para saber qué es lo que tenemos que trabajar en nosotros mismos para alcanzar el equilibrio. En esto creo que se parece mucho al Yoga que nos muestra dónde están nuestros límites y nos enseña que podemos ir más allá.

Si eres Leo o conoces bien a alguno, seguro que sabes de su gusto por ser centro de atención, sus dotes de liderazgo y/o su capacidad de animar y divertir a su audiencia. Y no solo eso, hay muchos matices en cada uno de esos rasgos, dependiendo de en qué ámbito se mueva y con quién se relacione. Además, casi nadie encaja completamente en un signo, las cartas astrales son complejas y son muchos los datos a contrastar. En la elaboración de esta obra me he dado cuenta de que, en esta serie, si quiero mostrar los ingredientes esenciales que caracterizan al signo, no puedo dejar espacio a la ambigüedad y tengo que ser más radical que en mis trabajos anteriores. Y aunque no todos los nacidos con su Sol en Leo se sentirán identificados, el signo espero que sí.

Leo.

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